Crisis en matrículas universitarias en Colombia

En los últimos años, la educación superior en Colombia ha experimentado una alarmante caída en el número de matrículas, un fenómeno que comenzó a observarse a partir de 2018. Con más de 2.4 millones de inscripciones reportadas en 2023, esta disminución plantea interrogantes sobre las causas que influyen en la decisión de los jóvenes de ingresar a la universidad o continuar sus estudios.

En una entrevista exclusiva con VISIÓN, Óscar Domínguez, director de la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN), señaló varios factores, entre los que destacan la disminución de la población juvenil, la creciente preferencia por modalidades educativas más accesibles y la falta de articulación entre la formación académica y las necesidades del mercado laboral.

Esta situación no solo refleja un cambio en las aspiraciones de los estudiantes, sino que también cuestiona la capacidad del sistema educativo para adaptarse al cambio. A pesar de los avances en cobertura educativa, la calidad y pertinencia de la formación siguen siendo una preocupación.

VISIÓN: ¿Cuál es la causa de la baja del número de matrículas en las universidades en Colombia?

Óscar Domínguez:
Con la Ley 30 de 1992, Colombia logró un aumento considerable en la cobertura de la educación superior, pasando de 600 mil estudiantes en ese año a más de 2.4 millones en 2023. Sin embargo, este crecimiento constante en las matrículas se vio afectado. Hasta 2018, la tasa de aumento oscilaba entre el 4% y el 7% anual. En 2022, la tasa fue del 0.7%, y disminuyó al 0.4% en 2023, según el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES).

Primero, la población apta para estudiar, entre los 17 y 21 años, ha disminuido. Datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) muestran que, en 2020, los jóvenes en este rango eran 4,226,000, y disminuyeron a 4,118,000, lo que significa que hay menos personas con la oportunidad de vincularse al sistema educativo.

Segundo, el acceso y sostenimiento de las matrículas han generado dificultades. De los aproximadamente 540,000 jóvenes que se gradúan de bachillerato cada año, solo 190,000 ingresan a la educación superior, a pesar de la gratuidad de las matrículas implementada por los últimos dos gobiernos.

Tercero, existen otras opciones de formación que permiten habilitarse para el mercado laboral de manera más rápida que la universidad, como la educación virtual y la adquisición de competencias a través de diferentes metodologías y tecnologías.

Cuarto, los jóvenes no reciben niveles eficientes de formación en la educación media ni orientación vocacional adecuada para acceder a los programas superiores, lo cual contribuye al alto índice de deserción. Los resultados de las pruebas PISA revelan las limitaciones en habilidades matemáticas, lectoras y en el segundo idioma, lo cual explica la situación actual del sector.

VISIÓN: ¿Hay un estudio que dice que el 81% de los jóvenes quiere irse al extranjero a estudiar o trabajar? ¿Podría ser esta una causa de la disminución en las matrículas?

O.D.:
Esta es una razón importante. Aunque no estoy seguro del porcentaje exacto, es claro que la mayoría de los egresados de universidades de calidad prefieren aprender otro idioma y buscar oportunidades en otros países. Este fenómeno se debe, en parte, al desbalance en el mercado laboral: mientras en Colombia hay cuatro personas para una vacante, en el extranjero pueden existir dos opciones de empleo para un candidato, lo cual hace atractiva esta opción.

Por otro lado, nuestra industria es aún incipiente en comparación con otros países como México, Brasil, Argentina y Chile. Los cargos para personal calificado son escasos, ya que la mayor parte de la oferta laboral en Colombia está centrada en las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), que no cuentan con la capacidad de absorber todo el mercado laboral formado.

VISIÓN: ¿Qué porcentaje de estudiantes abandona sus estudios universitarios antes de terminarlos?

O.D.:
Este es un problema crítico en Colombia, compartido por varios países. Se ha demostrado que, a nivel de programas académicos completos, de cada diez estudiantes que ingresan, solo la mitad se gradúa, y en algunos casos solo cuatro de cada diez lo logran. Si se observa por semestre, uno de cada diez estudiantes abandona sus estudios. Esto genera dos impactos colaterales: el desperdicio de recursos públicos, ya que la matrícula gratuita se convierte en una inversión que no cumple su objetivo, y la frustración para las familias que financian los estudios de sus hijos, especialmente en instituciones privadas.

A pesar de contar con matrícula gratuita en universidades públicas y financiamiento en instituciones privadas, muchos jóvenes no logran cubrir los costos de sostenimiento sin trabajar. Además, el proceso vocacional de muchos no está claramente definido, lo que los lleva a explorar distintas carreras sin una orientación adecuada desde la educación básica y media.

VISIÓN: La pandemia trajo muchos cambios a nivel mundial, incluso en la educación. ¿Cómo se ha transformado Colombia en este sentido?

O.D.:
Sin duda, la pandemia nos dejó una gran lección: la posibilidad de explorar otros escenarios de formación que existían desde antes, como el estudio virtual o a distancia. En Colombia, esto ha traído una transformación importante. Desde 2020, la formación virtual ha crecido de forma constante, pasando del 8% al 21%.

Además, algunos estudiantes están accediendo a programas internacionales que no son reconocidos ni reportados en el país, lo cual podría representar más del 10% de la matrícula actual, es decir, unos 250 mil estudiantes. La educación virtual ha sido especialmente beneficiosa para aquellos que se encuentran lejos de las grandes ciudades, ya que no necesitan desplazarse, lo que reduce costos.

Por otra parte, existen certificaciones que pueden tomarse de manera virtual y que compiten con la educación superior tradicional.

VISIÓN: Se ha dicho que la educación en Colombia no es un derecho sino un privilegio para quienes tienen los recursos. ¿Considera que los altos costos de las matrículas están afectando el acceso a la educación?

O.D.:
Es evidente que Colombia ha avanzado en términos de cobertura, pero el reto de progresar sigue siendo complejo. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el indicador de cobertura debería ser del 80% para la población entre 17 y 21 años; en Colombia, esta cifra es del 54%. Esto significa que falta un 46% de jóvenes que, en su mayoría, ni estudian ni trabajan.

Una buena política pública ha sido la matrícula cero en las universidades públicas, que se está complementando con la supresión de costos adicionales en inscripciones y derechos de grado. Sin embargo, los jóvenes aún enfrentan barreras para acceder a la educación superior, como la necesidad de presentar un examen para ingresar a las universidades públicas, y el promedio de las pruebas Saber está por debajo del nivel requerido para acceder a estas instituciones. Además, la disponibilidad de cupos en las regiones es limitada, y muchos no logran movilizarse debido a la falta de recursos.

Es importante destacar que el 70% de los estudiantes en universidades privadas pertenecen a los estratos 1, 2 y 3, de los cuales el 50% son de los estratos 1 y 2. Aunque la educación en universidades privadas y públicas es costosa, el valor de un estudiante de la Universidad Nacional puede superar los 16 millones de pesos, y en las

privadas es similar. Comparada con otros países, la educación en Colombia no es la más costosa de América Latina.

VISIÓN: ¿Cree que la educación que reciben los jóvenes es acorde a las necesidades de las empresas?

O.D.:
Esta es una realidad que está sobre la mesa y ha sido abordada de manera importante, especialmente en los últimos años. Las instituciones están implementando mecanismos para responder a las demandas del sistema productivo. Sin embargo, hay dos puntos a considerar: primero, cuando los jóvenes salen al exterior, su demanda es significativa, lo cual indica que debe existir un diálogo más amplio entre el sector productivo y el sistema educativo.

Por otro lado, las cifras indican que los estudiantes formados en programas acreditados de calidad tienen más posibilidades de ser contratados. Actualmente, de las 300 instituciones de educación superior en Colombia, solo unas 90 están acreditadas, y de los más de 15 mil programas, apenas 3 mil cuentan con acreditación de calidad. Esto refleja una amplia brecha en términos de educación de calidad. Es necesario hacer un esfuerzo para que la educación superior comprenda los contextos del mercado laboral y responda a sus demandas.

Tanto las instituciones públicas como las privadas están haciendo un gran esfuerzo, y las acreditadas han demostrado que sus egresados son mejor recibidos en el mercado laboral. Sin embargo, la velocidad con la que se mueve el sector productivo requiere un diálogo constante con el sistema académico, que suele avanzar más lentamente.

Autor

VISIÓN, La Revista Latinoamericana

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