Justicia vs. Corrupción

En las redes sociales se divulga un video escalofriante por lo crudo de las imágenes; parece que sucedió en un país hispanohablante. Un par de sujetos, quienes intentaban robar a unos niños para vender sus órganos vitales, fueron capturados y quemados vivos ante la concurrencia feliz de un gran número de ciudadanos.

Aunque la escena es cruda y salvaje, da la sensación de que se aplicó la justicia al ver cómo arden ese par de bandidos. Pero todo sucede (que no debería), porque la justicia no funciona y la gente tiene que tomarla por sus propias manos. Creo que, en esa población donde sucedió el caso, no habrá quien intente robar a un niño. Hay suficiente castigo y escarmiento.

No hay peor corrupción; es el epítome de ella, cuando los jueces se corrompen, como es el caso colombiano. No busquen la fiebre en las sábanas, desviando el tema a otras instancias. Si a los congresistas, ministros y demás funcionarios que han caído en corrupción no se les perdonaran sus delitos, los encarcelaran intramuros, se les prohibiera hacer política de por vida, se les inhabilitara para contratar con el Estado y se les proscribiera al ostracismo social, la cosa sería a otro precio.

Incluso pienso que el caso colombiano es tan delicado y ha tocado fondo, que hay que abrir el debate de la pena de muerte para ciertos delitos, entre ellos el electoral. El CNE, por ejemplo, es uno de los nichos donde se origina la gran corrupción. Y mientras se toman esas delicadas soluciones, pedir la intervención de la justicia colombiana por parte de una comisión de la OEA.

Lo peor de los corruptos es que no se creen corruptos, precisamente por la laxitud de la justicia y las penas aplicadas. Existe un perdón por las fechorías realizadas y no se llega a lo más importante: castigos intramuros severos y devolución del patrimonio robado.

Si no hay buenos jueces y magistrados, no habrá nada que hacer, así se tomen medidas en otras instancias del Estado, por la sencilla razón de que son ellos los que aplican o no los castigos.

El constitucionalista Jaime Castro dice: “Hoy existe un pernicioso cordón umbilical entre el Gobierno, el Congreso, los partidos, las altas cortes y el Consejo de la Judicatura, que también administra la carrera judicial. Ahí está el origen de la politización de la justicia. Urge asegurar la independencia de la Rama Judicial. Ninguna instancia política debe intervenir en su conformación”.

Y sigue diciendo la exfiscal Vivian Morales: “La corrupción se combate con justicia, pero si la corrupción se tomó a las altas cortes, hay que hacer algo, porque estamos a punto de acabar con la institucionalidad del país. Los colombianos están indignados con los partidos políticos, la justicia, el Congreso, y en ese camino de confusión se pueden abrir las puertas para cualquier salida antidemocrática y de ofertas populistas y demagógicas”.

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Autor

Gabriel Rodríguez

Arquitecto, escritor.