¿Cuál es la mejor opción para la economía de EE. UU.: Trump o Harris?



La economía de Estados Unidos se encuentra en un momento decisivo, donde las elecciones presidenciales de 2024 se convierten en un referéndum sobre dos visiones opuestas. La batalla política entre Kamala Harris, vicepresidenta y representante de un enfoque progresista, y Donald Trump, ex presidente y abanderado de políticas conservadoras, promete redefinir el panorama económico del país norteamericano.

Antes de Trump

Para comprender realmente cómo le ha ido a la economía estadounidense con Trump y cuánto impacto han tenido sus políticas, debemos mirar la situación inicial, es decir, la situación de la economía estadounidense en 2016, el último año de la presidencia de Barack Obama.

En el ámbito económico, Obama tuvo que gestionar principalmente la delicada situación post-crisis de 2008, el período de la llamada Gran Recesión que comenzó con la crisis de 2008 y duró hasta 2013, con Estados Unidos afectado por una crisis sistémica. Obama debía promover la recuperación; el país debía volver a crecer, aunque sin los excesos anteriores, estableciendo nuevas reglas, especialmente en el sector financiero, para evitar una crisis como la de 2008.

Obama, por lo tanto, apoya la recuperación con políticas económicas expansivas. Estas incluyen medidas en las que el gobierno utiliza recursos públicos para estimular el crecimiento económico, como la reducción de las tasas de interés de referencia implementada por la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos.

Esto facilita el acceso a financiación tanto para individuos como para empresas, que pueden obtener préstamos de bancos comerciales, los cuales a su vez acceden a fondos de la Fed. Estas políticas resultaron muy efectivas para reactivar la economía del país, aunque un factor crucial, si bien desvinculado de las acciones de Obama, fue el crecimiento explosivo de las empresas tecnológicas, impulsado también por la reducción de las tasas de interés, que hizo que invertir en empresas innovadoras fuera menos riesgoso.

La economía con Trump

En 2016, el último año de Obama, la economía de EE. UU. experimenta una ligera desaceleración. Además, Obama toma la decisión de adherirse a los Acuerdos de París, comprometiendo al país a reducir al máximo las emisiones de CO2 y otros contaminantes. Aunque es una medida ampliamente valorada, a corto y mediano plazo incrementaría los costos energéticos y provocaría la pérdida de empleos en sectores relacionados con combustibles fósiles.

Estos temas generan preocupación en la opinión pública y afectan los mercados financieros: en octubre de 2016, el índice S&P 500, el más relevante en EE. UU., cae un 2.6% respecto a julio, a pesar de haber alcanzado en ese mes su máximo histórico hasta el momento. Estos factores resultan beneficiosos para Donald Trump, quien critica duramente a Obama durante todo su mandato y gana apoyo entre los votantes republicanos, llegando a postularse en 2016. Triunfa en las primarias republicanas y en las presidenciales contra la demócrata Hillary Clinton, logrando el 47% de los votos en 2017.

Al inicio de su presidencia, Trump anuncia la salida de EE. UU. de los Acuerdos de París, decisión que oficializaría en 2020, aunque ya había suspendido cualquier programa para cumplirlos. Su administración reduce significativamente las regulaciones ambientales, disminuyendo así los costos de cumplimiento para las empresas, además de flexibilizar algunas normativas financieras. La medida estrella de Trump es la Ley de Reducción de Impuestos y Empleo de 2018, con la cual baja drásticamente el impuesto corporativo al 21% y, en menor medida, los impuestos individuales.

Sin embargo, la Reserva Federal (Fed) debe empezar a elevar las tasas de interés para controlar la inflación, lo cual tiende a frenar la inversión empresarial al encarecer el financiamiento. A pesar de esto, las reformas fiscales de Trump dejan más capital disponible para inversiones privadas y consumo, intentando compensar el fin de las políticas expansivas. Bajo Trump, la inversión privada sigue creciendo, aunque ya había iniciado su expansión con Obama. No obstante, el déficit público crece considerablemente debido a los recortes fiscales, ya que los ingresos estatales dejan de aumentar mientras la economía y la inflación rondan el 2%. Así, la deuda pública sube de casi 20 billones de dólares a finales de 2016 a 23.2 billones al cierre de 2019, un incremento del 16%.

En general, estas políticas logran mantener un crecimiento del PIB entre el 2.5% y 3% anual de 2017 a 2019, similar al de Obama. Lo notable es que la economía se mantiene en expansión a pesar del aumento de las tasas de interés de la Fed. Sin embargo, el verdadero éxito de Trump parece estar en la reducción de impuestos, que impulsa el empleo a niveles históricos. La tasa de desempleo cae al 3.5% a inicios de 2020, el nivel más bajo desde fines de los años 60.

Trump también impone aranceles a ciertos productos extranjeros para favorecer a los productores estadounidenses, imponiendo tarifas del 10% a productos agrícolas y del 15% a vehículos, y aranceles del 25% a muchos productos chinos. Aunque estas medidas elevan los precios de productos importados y nacionales, benefician a las empresas estadounidenses.

Trump también resalta el crecimiento de los mercados bursátiles, con el S&P 500 alcanzando valores récord año tras año. Sin embargo, este crecimiento se debe más al desempeño de empresas tecnológicas como Amazon, Microsoft, Meta, Alphabet y Nvidia que a políticas gubernamentales, un fenómeno que se remonta a la presidencia de Obama y continúa bajo Biden.

Es difícil determinar cuánto pueden influir las políticas gubernamentales en los mercados financieros, ya que el futuro es siempre incierto. Los inversores profesionales, apoyados en análisis de escenarios, evalúan posibles impactos y diversifican sus portafolios para reducir riesgos específicos.

A finales de 2019, Trump alardea de haber creado un sistema económico estable y en crecimiento. No obstante, sus críticos argumentan que sus políticas favorecen a los ricos y grandes empresas, incrementando el déficit público. Aun así, la economía parece estar en auge y la expansión económica iniciada en 2010 continúa, salvo que una catástrofe pudiera frenarla.

La economía con Biden

El 2020 es el año de la COVID-19, la pandemia que obligó a medio mundo a quedarse en casa. En Estados Unidos, Trump inicialmente minimizó el problema, oponiéndose a los confinamientos y a medidas de seguridad especiales para evitar un fuerte impacto económico, según él. Sin embargo, con la propagación del virus, en algunos estados la situación se convierte en una emergencia sanitaria real. Los hospitales están cada vez más llenos, por lo que primero los estados y luego el gobierno federal deben implementar medidas de seguridad en las áreas más afectadas. Solo en 2020, hubo cerca de 400,000 muertes en el país. Mientras tanto, la economía se detiene y entra en recesión.

El gobierno debe gastar enormes cantidades de dinero en medidas de emergencia, como reforzar hospitales, comprar vacunas y ayudar a las empresas en dificultades para evitar un colapso económico. Con las finanzas públicas ya en déficit debido a los recortes de impuestos, la deuda pública se dispara ese año, alcanzando 26.4 billones de dólares, una cifra nunca vista. El PIB de Estados Unidos cae un 2.2% en 2020, siendo la peor caída en 70 años después de la crisis de 2008, que tuvo una pérdida del 2.6%. Así, la relación deuda/PIB alcanza un 125.7%.

La tasa de desempleo, que había caído al 3.5% en un nivel récord, llega casi al 15%, el nivel más alto en la historia de Estados Unidos, debido a la flexibilidad del mercado laboral estadounidense. Para enfrentar la crisis, Trump pide a la Reserva Federal (Fed) que baje las tasas de interés al 0.5% como tras la crisis de 2008, facilitando así la obtención de préstamos para las empresas. Finalmente, la Fed toma esta decisión, pero como efecto secundario se produce un aumento repentino de la inflación. En este contexto, en noviembre de 2020, el demócrata Joe Biden es elegido presidente con el 51.3% de los votos.

La administración Biden toma el control en un momento muy difícil. Lo hace principalmente a través del American Rescue Plan, un programa de financiamiento público para reactivar la economía después de 2020, con un presupuesto de 1.9 billones de dólares. Este programa funciona bien; en 2021, el PIB de Estados Unidos crece un 5.8%, un buen resultado incluso considerando el efecto rebote tras la caída. A finales de año, el desempleo cae al 3.9%, gracias nuevamente a la gran flexibilidad del mercado laboral estadounidense.

Sin embargo, en 2022 surge un nuevo problema imprevisto: la guerra en Ucrania. El aislamiento de Rusia por parte de los países occidentales provoca una fuerte inflación relacionada con los costos de energía. El aumento de los precios, impulsado principalmente por el incremento del precio del gas y el petróleo, se debe a que Rusia es uno de los mayores exportadores mundiales. Así, el verdadero gran enemigo de la administración Biden se convierte en la inflación. A finales de 2021, la inflación ya era alta debido a las bajas tasas de interés, y en 2022 el aumento de precios alcanza un altísimo 8.8% en un año.

Para reducir la inflación, la Fed debe aumentar las tasas de interés, una medida casi obligada para evitar una gran devaluación del dólar. Sin embargo, para las empresas se hace más difícil obtener financiamiento. En este punto, los precios están subiendo, pero los salarios no crecen al mismo ritmo, reduciendo así el poder adquisitivo de los estadounidenses. Estas condiciones frenan la economía en 2022, cuando el PIB crece solo un 1.3%.

No obstante, bajo la administración de Biden, la economía sigue resistiendo. Por ejemplo, a pesar de los problemas de 2022, se siguen creando empleos, y la tasa de desempleo en enero de 2023 alcanza un histórico 3.4%, superando incluso el récord de la administración Trump antes de la pandemia. Mientras tanto, los mercados bursátiles estadounidenses, como con Trump, siguen alcanzando casi todos los años un valor récord, impulsados principalmente por grandes empresas tecnológicas.

Así, a pesar de los problemas internacionales, la economía estadounidense permanece estable y en crecimiento. Las inversiones privadas también continúan creciendo, desacelerándose solo un poco en 2022, aunque este crecimiento depende en gran medida de los recortes de impuestos de Trump que Biden no ha podido modificar debido a la oposición en el Congreso.

En 2024, la economía de Estados Unidos experimenta una paradoja: aunque el empleo crece y se generan nuevas oportunidades laborales, la tasa de desempleo también aumenta, superando el 4%. Esto se debe, en parte, a un incremento significativo de la inmigración legal, que reacciona tras el fin de las políticas restrictivas de inmigración impuestas por la administración de Trump.

Durante la presidencia de Trump, las políticas migratorias fueron más restrictivas, limitando la entrada de inmigrantes legales a través de cuotas más bajas, vetos específicos y requisitos más estrictos. Estas políticas buscaban, según la administración, proteger el empleo y los salarios de los trabajadores estadounidenses y frenar la presión sobre los servicios públicos. Sin embargo, estas restricciones redujeron la mano de obra disponible en varios sectores que tradicionalmente dependen de trabajadores inmigrantes, como la agricultura, la construcción, el servicio doméstico y el sector de la hostelería.

Con la llegada de Biden y la eliminación gradual de muchas de estas restricciones, se produjo un aumento en la inmigración legal. La entrada de nuevos inmigrantes al mercado laboral, aunque estimulante para algunos sectores, tiene un efecto inmediato en las estadísticas de desempleo. Aunque muchos inmigrantes encuentran trabajo rápidamente, otros necesitan tiempo para adaptarse al mercado laboral, perfeccionar el idioma, y encontrar trabajos acordes a sus habilidades. Esto crea un efecto temporal de "tasa de desempleo elevada," ya que los inmigrantes recién llegados que aún buscan empleo son contabilizados en las estadísticas como desempleados.

La situación es aprovechada en la campaña republicana de 2024, en la que el aumento de la inmigración legal se presenta como una amenaza potencial para los empleos y salarios de los ciudadanos estadounidenses. Los candidatos republicanos argumentan que la afluencia de nuevos trabajadores ejerce una presión adicional sobre el mercado laboral, lo cual podría ralentizar los aumentos salariales y dificultar que los estadounidenses ocupen ciertos empleos. Además, presentan el aumento de la tasa de desempleo como una prueba de que la política migratoria de Biden no ha sido efectiva en proteger el bienestar de los trabajadores nacionales.

Asimismo, se suma el problema del déficit, que se agrava cada vez más. Los economistas señalan el aumento de los intereses sobre la deuda pública, que se vuelven cada vez más altos. Biden, en su mandato, no logra reducir el déficit, y el déficit público sigue aumentando debido a la baja en los ingresos y al incremento del gasto. Este es el contexto hacia el final de 2024, donde se presentan los programas de los candidatos para las próximas elecciones y surge el nuevo enfrentamiento entre Trump y Kamala Harris.

Trump vs Harris

Si bien originalmente Biden fue el candidato elegido por el Partido Demócrata para las elecciones presidenciales de 2024, después de una pobre actuación en el debate frente a Donald Trump y enfrentando grandes presiones de su propio partido, Joe Biden decide dar un paso al costado, ya que es considerado demasiado mayor y con problemas de salud para el cargo de presidente. Así, después de ganar las primarias del Partido Demócrata, cede el puesto a su vicepresidenta, Kamala Harris.

Trump, por su parte, a pesar de enfrentar varios problemas legales, recibe luz verde para postularse nuevamente a la presidencia. Gana otra vez las primarias republicanas, convirtiéndose en el candidato del partido. Así, la contienda electoral de 2024 se da entre Kamala Harris, vicepresidenta de Biden, y el expresidente Donald Trump.

Desde el punto de vista económico, ¿qué se puede esperar en caso de victoria de uno o de la otra? Especialmente, ¿cómo piensan enfrentar el problema actual, es decir, controlar la deuda pública?

La candidata demócrata propone inicialmente aumentar los descuentos fiscales para pequeñas empresas y startups. También propone ayudas para que los ciudadanos compren una vivienda, límites al aumento de precios de bienes esenciales y más beneficios para las familias con hijos.

Harris quiere reforzar nuevamente el programa de apoyo sanitario, debilitado por Trump y apenas cambiado durante la administración Biden. También desea reducir aún más los impuestos sobre el trabajo, especialmente en las propinas obligatorias. Sin embargo, todas estas medidas aumentarían el gasto público, lo que podría agravar el problema de la deuda.

Para contener el déficit, Harris propone aumentar los impuestos a los más ricos y a las empresas medianas y grandes.

Según su programa, el impuesto a las empresas pasaría del 21% establecido por Trump al 28%. También elevaría los impuestos sobre los ingresos de capital, obteniendo así más ingresos de los más ricos que pueden invertir y recibir ingresos de su capital. Esto formaría parte de una estrategia para reducir el déficit, aunque aumentando el gasto público. En consecuencia, con su plan, los ingresos del Estado deberían aumentar considerablemente.

Por su parte, Trump propone fortalecer la producción de energía mediante inversiones públicas, especialmente en combustibles fósiles, saliendo nuevamente del Acuerdo de París. En el ámbito fiscal, plantea reducir aún más los impuestos a las empresas, intensificando las subvenciones y descuentos fiscales para aquellas que inicien proyectos de interés.

Trump también desea flexibilizar aún más la regulación en el sector financiero y las leyes de protección ambiental. Al igual que Harris, pero de forma más radical, habla de medidas para reducir los costos laborales.

Otra propuesta relevante de Trump es conceder tierras federales para construir nuevas viviendas, abordando así las dificultades crecientes para comprar una casa en el país mediante el aumento de la oferta.

El plan de Trump también prevé un aumento del déficit público, pero en su caso debido a menores ingresos, como en su mandato anterior. Para controlar la deuda pública, Trump propone recortar el gasto, especialmente en programas de bienestar como la sanidad y en aquellos que promueven las energías renovables.

Trump también afirma que enfrentará el problema del déficit mediante un aumento de los ingresos públicos con aranceles. Propone impuestos muy altos en todos los productos importados, con tasas entre el 10% y el 20% para casi todos los productos, y para productos chinos, una tasa incluso del 60%.

Sin embargo, muchos analistas consideran que la política de aranceles de Trump es arriesgada, ya que podría hacer que las importaciones en EE. UU. caigan considerablemente, lo cual, aun con tasas más altas, podría no generar un aumento en los ingresos públicos, sin resolver el problema del déficit.

Además, restringir las importaciones aumentaría los precios de algunos productos tanto para los ciudadanos como para las empresas, lo que podría disparar la inflación.

Ambos programas ofrecen visiones económicas marcadamente diferentes para Estados Unidos. Kamala Harris busca fortalecer la red de apoyo social y aumentar los ingresos fiscales mediante una mayor carga impositiva para los sectores más ricos y grandes empresas. Su plan refleja una apuesta por reducir las desigualdades y fomentar el acceso a servicios esenciales, aunque esto implique un aumento en el gasto público.

Por su parte, Donald Trump se enfoca en reducir los impuestos y flexibilizar regulaciones para promover el crecimiento económico y la independencia energética, priorizando una política arancelaria agresiva y un enfoque menos restrictivo en temas ambientales. Sin embargo, este enfoque podría incrementar el déficit y tener un impacto inflacionario debido a las restricciones en las importaciones.

La contienda entre Harris y Trump no solo plantea una competencia política, sino una elección crucial sobre el futuro económico de la primera potencia del mundo. Cada programa refleja una visión distinta sobre la función del gobierno en la economía y los caminos para enfrentar desafíos como la deuda pública y el acceso a servicios básicos. La decisión de los votantes será fundamental para definir cuál de estas rutas liderará la nación en los próximos años.

Author

Samuel Mémoli

Periodista, creador de contenidos editoriales y corresponsal de prensa.