Polarización en Argentina: La grieta histórica que divide a la sociedad
América Latina atraviesa por una polarización política y social que va en aumento. Según el informe de la consultora Edelman Trust Barometer, Argentina se destaca como uno de los países más divididos del mundo; la nación sudamericana ocupa el primer lugar con 165 puntos.
Este análisis revela la percepción de los argentinos sobre las profundas grietas que fragmentan la sociedad y tienen un origen histórico desde el siglo XIX. Edelman publica cada año su barómetro de confianza global y analiza cómo la ansiedad económica, la desinformación, la división de clases masiva y fallas en el liderazgo pueden incrementar la polarización en las naciones.
Constanza Mazzina, doctora en Ciencias Políticas y directora de la licenciatura en la misma disciplina en la Universidad Ucema de Argentina, en entrevista exclusiva con VISIÓN, destaca que la polarización en su país no solo se manifiesta en preferencias electorales, sino que también es alimentada por factores como la ansiedad económica, la desinformación, la fragmentación social y las fallas en el liderazgo. Habla de las profundas grietas que ha causado la tensión entre el kirchnerismo y el antikirchnerismo, que ha generado un clima de hostilidad que dificulta el diálogo constructivo.
Las elecciones de los últimos años han puesto de manifiesto un país dividido geográficamente, donde distintas regiones votan de manera polarizada, reflejando no solo preferencias políticas, sino también un sentido de identidad social y cultural.
VISIÓN: ¿Cuál es su opinión acerca de este resultado, en el que Argentina encabeza el primer lugar con 165 puntos, seguido de Colombia con 136 y Estados Unidos con 133? ¿Cuál es su concepto de polarización?
Constanza Mazzina: Argentina está polarizada desde hace muchísimos años. Somos una sociedad hija de las polarizaciones desde el siglo XIX y el periodo de la independencia; es un rasgo típico en América Latina. Nuestra primera grieta es entre aquellos que se querían independizar de España y los que no. La segunda, a lo largo de ese periodo post-independentista, era la forma de gobierno: entre aquellos que pretendían imponer algún tipo de monarquía en los distintos países que iban independizándose en la región y aquellos que abogaban por las repúblicas o por la forma republicana de gobierno. Y la tercera grieta, que para mí es la más importante y nos recorre a todos, tiene que ver con México, Colombia y Argentina, es la que existía entre unitarios y federales. Esta es una grieta que duró gran parte del siglo XIX y que también dio forma a la manera de hacer política en nuestros países, que recién estaban surgiendo.
Digo esto porque estas antinomias entre unitarios y federales se resolvían en el campo de batalla y, a medida que se iban resolviendo, quien ganaba imponía su forma de organización del Estado al perdedor. Así, tuvimos constituciones unitarias y federales sucesivamente en nuestros países, hasta que finalmente, en el último cuarto del siglo XIX, se consolidó el estilo de gobierno y de Estado en América Latina.
En el siglo XX, a lo largo y ancho de América Latina, hubo una dicotomía, otra antinomia, entre gobiernos democráticos y autoritarios, mediada por los golpes de Estado. Entonces, desde la tercera ola hacia acá, tenemos un amplio consenso regional que se está perdiendo bastante, y soy muy poco optimista al respecto, en tanto que la forma de llegar al poder es a través de elecciones libres y competitivas, es decir, mediante el ejercicio democrático.
Se aspiraba a que la democracia fuera la vía para resolver nuestros problemas, esta es la teoría. En lo referente a Argentina, tenemos una gran grieta que aparece entre el peronismo y el antiperonismo, y desde ahí nunca pudimos resolver satisfactoriamente esa antinomia.
Hay un libro de un periodista que me gusta mucho, que se llama “El País de las antinomias”, que recupera todo lo que te estaba comentando. Las últimas décadas de la política argentina están organizadas en función de estas antinomias.
La gran antinomia de los últimos 20 años ha sido kirchnerismo versus antikirchnerismo. Una primera distinción que me parece importante es que en el siglo XIX había republicanos, monárquicos, unitarios y federales. En los siglos XX y XXI, las grietas son personalistas. No es solo peronismo-antiperonismo o kirchnerismo-antikirchnerismo; ahora también existe mileísmo o antimileísmo, es decir, ya no se organizan en función de ideas o principios, sino de personas. Esta me parece una característica muy importante.
La segunda cuestión es que los últimos 20 años han estado marcados por esa tensión entre kirchnerismo y antikirchnerismo, que de alguna forma moldeó y polarizó en extremo a la sociedad argentina.
En las elecciones de los años 2000, 2015, 2017, 2019, e incluso en la elección legislativa de 2021, Argentina era un país partido al medio, donde todas las provincias del norte votaban por Unión por la Patria, que es kirchnerismo, y las provincias del centro escogían a Juntos por el Cambio (alianza entre el PRO, el radicalismo y otros partidos afines, como la Coalición Cívica). En gran medida, las provincias del sur también lo hacían por Unión por la Patria.
Era una Argentina que en esas elecciones expresaba esa grieta territorial y geográficamente. El mismo fenómeno vimos en las elecciones de los últimos años en Brasil, Ecuador (antes de Novoa) y Perú con Pedro Castillo. Son grietas, antinomias, que se expresan territorialmente: una parte del país vota de una manera y otra parte de otra.
Con lo cual, volviendo al caso argentino, es como decir que tenemos dos proyectos de país al interior de una misma nación. Lo cierto es que el año pasado tuvimos elecciones generales, ballotage y PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), y allí se rompió la grieta porque en la mayoría de las provincias donde anteriormente había ganado Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, ganó Javier Milei, aunque esto no se tradujo en cargos.
En la elección general en la que ganó Sergio Massa, gran parte de Argentina volvió a mostrar la polarización entre los lugares que votaron por Unión por la Patria y los que votaron por Milei. Al final, en el ballotage, Milei logró romper esa polarización geográfica-territorial y ganó en muchos bastiones del kirchnerismo.
Lo cierto es que la conformación de la Cámara de Diputados quedó nuevamente dividida tras la elección general, en la cual Massa ganó, y entraron más diputados de su partido, incluyendo kirchneristas, tanto en la Cámara como en el Senado. Milei ganó el ballotage, y ya sabemos cómo está hoy esa relación entre el Ejecutivo y el Legislativo en Argentina.
Entonces, históricamente hemos vivido de las antinomias y de estas grietas. Escribí un artículo hace algún tiempo en el que hablo de cómo hemos exportado la idea de la grieta al resto de la región, como en el caso de Brasil y Colombia.
Este alto grado de polarización de todos estos años es producto de la forma de hacer política del kirchnerismo. Sin esto, no habría Milei, ni tampoco sin el desastre moral y económico que significó este movimiento político, sobre todo durante el gobierno de Alberto Fernández. La hiperinflación del año pasado, que terminó con un 250% de inflación anual, y el hecho de ser un país con el 50% de pobreza, son parte de este desastre.
Esta es una sociedad polarizada, porque esto tiene que ver con la historia y la forma de hacer política en Argentina. A los líderes políticos les resulta mucho más fácil moverse hacia los extremos, es decir, polarizar, que intentar converger hacia el centro.
Siempre se han hecho críticas a nuestro país por no tener políticas de Estado, es decir, vamos de un lado a otro en políticas económicas, exteriores y educativas, cambiando según el gobierno. Esto se debe a que los políticos no logran converger hacia el centro y proponer políticas de Estado que perduren más allá de un gobierno y un partido político.
Es decir, que haya cambios políticos e ideológicos, pero con políticas que se mantengan más allá de los cambios. La realidad es que esto no ocurre. Desde mi punto de vista, la destrucción económica, política y moral que ha hecho el kirchnerismo en Argentina es lo que ha dado lugar a la elección de Javier Milei en 2023. Él no surgió de la nada, sino como expresión de una sociedad que, en un 50%, se cansó.
VISIÓN: Al proponerte el tema, nos dijiste: "No creo que seamos el más polarizado del mundo". ¿Cuéntanos por qué haces esa afirmación?
C.M.: Me llamó mucho la atención cuando vi el dato de esta encuesta, porque me parece que hoy las sociedades están polarizadas y lo están cada vez más. Me refiero a la elección que viene en los Estados Unidos, pero también estoy notando un aumento de este fenómeno en las sociedades europeas en torno al problema de las migraciones, lo cual también polariza a la sociedad y a los partidos políticos, porque no logran resolver el problema de la migración ilegal.
Lo otro es que se puede medir la polarización en sociedades que son libres. Las que son muy polarizadas no pueden expresarlo porque, justamente, no hay libertad de expresión. Si se hiciera una encuesta libre en Cuba, que es una sociedad muy polarizada entre el régimen y el antirrégimen, quienes estén en contra no podrían decirlo.
Si es una encuesta, hay que tener presente en qué medida las personas son libres para responder; entonces, en sociedades que no lo son, estoy segura de que no se puede medir la polarización. Es como si alguien hiciera una encuesta sobre polarización en Afganistán; estoy segura de que las mujeres no estarían de acuerdo con el régimen talibán, pero pueden responder que sí.
VISIÓN: Milei llegó a romper esa polarización en la última elección presidencial en algunas regiones de Argentina. ¿Cómo está la polarización ahora con él en el gobierno?
C.M.: Ahí hay un problema de cómo traducimos las preferencias del votante en cargos. Es cierto que él rompe con esa grieta de Juntos por el Cambio y ganó muchos bastiones del peronismo en provincias y municipios. Él obtuvo el triunfo en la elección presidencial, pero somos un país federal, con votaciones de gobernadores, intendentes y demás.
En los distintos niveles de gobierno, muchos gobernadores del kirchnerismo y otro tanto de Juntos por el Cambio ganaron. Al tener distintos niveles de elecciones y de gobierno, se puede resolver o romper a nivel nacional la preferencia del votante por esa grieta entre Juntos por el Cambio y Unión por la Patria, porque apareció la tercera alternativa que fue Javier Milei, pero no en las elecciones legislativas y provinciales.
Se podría decir que todo eso convive en un sistema multinivel que es nación, provincia y municipio, y donde, además, al ser un país federal, pueden separarse las elecciones; entonces, las de gobernador van por un lado y las de nación por otro.
VISIÓN: Este estudio indica que la falta de acuerdos políticos y las tensiones sociales alrededor de temas clave como la economía, la seguridad y los derechos humanos han alimentado la polarización. ¿Esta sería la causa de la polarización en Argentina o cuál sería el problema?
C.M.: En Argentina no tenemos un problema de respeto por los derechos humanos. Hace poco vi un tuit de Amnistía Internacional y realmente me indignó mucho. Te voy a decir por qué: el post dice, "enviamos una carta para levantar nuestras serias preocupaciones sobre el deterioro de la situación de derechos humanos en Argentina en estos 10 meses de gobierno; los derechos políticos y civiles del pueblo argentino están bajo ataque". La verdad es que no es cierto.
Estuve viendo las publicaciones del último mes y, por ejemplo, sobre la denuncia que tiene ahora Evo Morales por corrupción de menores, no dicen nada; sobre los dos meses del robo de Nicolás Maduro en las elecciones a la oposición en Venezuela, no dicen nada de la represión ni del exilio forzado de Edmundo González. Y de pronto están preocupados por un país donde hoy en día en derechos civiles y políticos realmente no tenemos nada que achacarle a este gobierno.
La economía argentina viene mal desde hace mucho tiempo. Vuelvo al punto anterior; terminamos el año pasado con un 250% de inflación. No soy economista, no sé cómo se desactiva esta “bomba de tiempo” que es la economía.
Argentina tiene una presión fiscal alta, políticas muy proteccionistas y mucha emisión, porque es una economía altamente subsidiada. Entonces, todo eso da como resultado un combo muy complicado. A medida que se empiezan a quitar los subsidios, por ejemplo, al transporte público, al consumo de energía eléctrica y al gas, obviamente se hace más caro para todos; esto es un dato de la realidad.
Yo soy parte de una familia de cuatro personas; pagábamos menos de 5,000 pesos por mes de electricidad. Vamos a hacer un cálculo fácil de 1 dólar = 1000 pesos; eso equivale a 5 dólares por mes. Una pizza para cuatro, es decir, una pizza de ocho porciones, cuesta más de 10,000 pesos, mientras que pagas 5,000 de luz; entonces no había relación entre una cosa y otra. Ese estilo de economía subsidiada lleva a que no haya inversiones en energía ni en nada, con todas las consecuencias que eso tiene. Desactivar todo eso es un problema.
El kirchnerismo va a seguir haciendo los reclamos típicos, y con una sociedad donde un 50% se cansó de la prédica kirchnerista y, sobre todo, del doble estándar. El mejor ejemplo de esto es la vida de Alberto Fernández, especialmente durante la cuarentena, diciendo: "no salgas de tu casa" mientras hacía fiestas en la Quinta Presidencial de Olivos. Por otro lado, argumentaba que defendía los derechos de las mujeres y ahora tiene un montón de denuncias de su ex pareja por violencia de género.
Entonces, hay montones de audios que han salido a la luz que muestran la perversión moral del kirchnerismo.
No conozco a ningún kirchnerista militante que no haya ganado una fortuna de dinero durante los últimos años a cualquier nivel. Puedo simplificarlo diciendo que nadie quiere ser kirchnerista gratis, lo cual es cierto, pero la contracara de eso es que lo pagamos todos, con un 50% de pobreza en un país que, repito, tiene una altísima carga impositiva y venimos con un ritmo de emisión monetaria tremendo.
VISIÓN: Dicen que la polarización como tal es una idea que los políticos han utilizado para manipular a las personas, hacer que tomen bando y decidan de qué lado están. De esta forma se facilita más la política y la gente se vuelve más fiel a determinada tendencia o partido. ¿Cuál es su opinión?
C.M.: Yo creo que la polarización es una simplificación de la política. La contracara de eso es que los ciudadanos están cada vez más desinteresados y más analfabetos en términos cívico-políticos, porque la polarización simplifica la realidad. Pero también es cierto, y no sé cómo estará ahora la cuestión en Colombia, que nosotros tenemos más de 20 años de deterioro del nivel de nuestro sistema educativo.
Argentina tiene unas altas tasas de analfabetismo. Los datos de las pruebas nacionales muestran que los chicos terminan la secundaria con bajo nivel en matemáticas y sin comprender o poder analizar textos. Aunque pasaron por el colegio, no aprendieron, y me parece que ahí hay una intencionalidad política en los últimos 20 o 25 años de nuestra historia, y lo voy a decir así porque no tengo otra forma de expresarlo: nos han hecho cada vez más "burros". Una sociedad más ignorante es una sociedad más manejable, una sociedad de ovejas que obedecen simplemente.
VISIÓN: ¿Cómo es su análisis sobre la polarización en América Latina, de la que se ha dicho que es el continente más desigual y polarizado?
C.M.: Principalmente porque los políticos han aprovechado la desigualdad en nuestro continente y la han profundizado más. La política en los años de viento de cola, cuando estaban Chávez, Lula, Kirchner y Correa, al final del día no disminuyó la desigualdad. Lo que vemos diez años después es que creció, sobre todo la pobreza, en Venezuela y Argentina.
Cuando alguien dice "voy a acabar con la desigualdad", se parece al discurso de ese novio o marido maltratador que dice: "Esta es la última vez y te prometo que no lo hago más", y termina siempre en lo mismo. Somos sociedades que pensamos que alguien va a venir a resolver nuestros problemas, que alguien se va a ocupar. Creemos en las promesas cuando, por cuarenta años, hemos visto que los políticos de cualquier color no tienen palabra. Al final, somos pueblos infantiles o adolescentes, que preferimos que venga un Petro, una Cristina, un Macri o, en este caso, un Javier Milei, y diga: "Voy a acabar con todos los problemas". Pero al final del día, nos tenemos que hacer cargo como sociedad, no solo ir a votar esperando que un genio, un mesías o un salvador resuelva todos los problemas.