Patético
¿Qué deja al descubierto el consejo de ministros del presidente Petro? El circo que montó el presidente Petro no solo es un hecho lamentable que produce hoy todo tipo de memes y anécdotas, sino que revela la gravedad de lo que está ocurriendo con el poder presidencial en Colombia. El presidente es un hombre que ha perdido su norte. Se podría decir, parodiando un dicho, que hace muchos años, el presidente derrumba mientras el país se derrumba. El presidente lo evidenció: ya no manda, no sabe coordinar a su equipo, no sabe qué hacen sus ministros, no tiene tareas claras que revisar. Él mismo reconoció que ha incumplido más de dos tercios de todas las promesas que hizo. Es un presidente que no tiene claridad mental, no tiene la cabeza fría para tomar decisiones en un momento no solo muy grave para Colombia, sino también en un momento de turbulencias internacionales como no las habíamos visto en décadas, como no las han conocido las generaciones anteriores.
Entonces, lo que se transmitió al país, por un lado, es muy importante porque el país se sinceró, se dio cuenta de que no hay hoy un presidente, sino un hombre confundido, un rehén del chantaje. Me sorprendió que nadie le dijera: "Presidente, usted es hoy un rehén del chantaje de Benedetti y de Sarabia. Estamos con usted para ayudarlo a resolver ese chantaje". Así, en la medida en que es rehén de ese chantaje, fíjese usted, no tiene la capacidad de mando ni sobre Sarabia ni sobre Benedetti. Cuando él decía que había gente con otra agenda, no se refería a los ministros, que están confundidos y angustiados. Pensemos en las voces de las personas de izquierda que acompañan a Petro; sienten que esto no va para ningún lado, que el presidente está en las manos de otros, como de alguna manera trató de expresarlo la vicepresidenta. Es un hecho de gravedad inmensa, algo que no habíamos conocido en la historia reciente del país. Hemos tenido gobiernos regulares, malos, pero no habíamos tenido un gobierno en el que el presidente esté completamente perdido, viviendo como en un estado alterado de mente, en un mundo de ilusiones, sin contacto con la realidad.
No es la primera vez que un escándalo se deriva de estos nombres, Benedetti y Laura Sarabia. ¿Cómo se recupera ahora la gobernabilidad en este gobierno? ¿Cómo va a llamar Armando Benedetti a los ministros, siendo jefe de ministros, para decirles: "Oigan, reunámonos"? ¿Qué viene de ahora en adelante?
Todos esos rumores que circulaban en el país, sobre que el gobierno estaba desarticulado, que había divisiones, que no se estaba cumpliendo con la agenda de gobierno, quedaron evidenciados. Entre otras cosas, en un escenario donde se deben tomar decisiones, y en ese consejo de ministros no se tomó una sola decisión, después de seis horas de lo que apreció el país entero.
Respecto a la gobernabilidad, ayer la única persona que salió totalmente validada de ese evento fue Armando Benedetti, porque el presidente hizo durante todas las seis horas una defensa, en mi opinión, sin muchos argumentos. Porque el argumento de decir que Armando Benedetti es una persona loca, y por eso lo trae al gobierno, como si esa fuera su virtud, me parece que no es algo que se pueda tomar a la ligera.
Es muy serio que el presidente nos diga, y le diga al país, que trae a Armando Benedetti porque su virtud es que está loco. Esas cosas, en vivo, diciéndole al país que no se están cumpliendo las diferentes etapas y que, además, faltando un año y medio para terminar el mandato, trae a Armando Benedetti, lo valida y le da esa virtud. A mí me deja mucho que desear respecto a la recuperación de la gobernabilidad. Entre otras cosas, porque creo que, si en dos años y medio no has cumplido el 70% de lo que deberías haber hecho, pues la posibilidad de recuperar esa gobernabilidad está muy maltrecha.
Vimos en este ejercicio que el gobierno intentó hacerlo de la forma más transparente para que los colombianos conocieran de primera mano cómo se desarrollaba un consejo de ministros. Vimos un esfuerzo que, de alguna u otra manera, terminó volviéndose en una revelación de otras intenciones, esfuerzos y hasta regaños por parte del presidente a su gabinete de ministros.
El presidente Petro ha perdido su legitimidad, porque no puede ser legítimo un presidente que no puede mandar sobre algunos de sus colaboradores, porque ellos tienen la capacidad de chantajearlo. Y entonces, ante el miedo de ser derribado, debe recurrir a todo tipo de artilugios, a toda su verborrea.
Porque asistimos a un circo de la verborrea de Petro. De las seis horas, él habló más de tres horas, pero todo lo que dijo fue insustancial. Pensemos, ¿qué diagnóstico hizo sobre algún problema real del país? Pensemos en qué reorientó un gobierno que está completamente perdido. Hoy no es el líder de su equipo, porque su equipo ya le perdió el respeto. Puede que la gente que lo quiere lo diga, que es muy querido, etcétera, pero saben que el poder real no está en él.
Es muy revelador que la vicepresidenta haya mostrado lo que todos sabíamos, que hay una señora que hace lo que le da la gana, que el presidente no habla con sus ministros, que está encerrado. Pero hay una pregunta que hoy se hacen la mayoría de los colombianos, no, por supuesto, aquellos que siguen encandilados con Petro, que tienen todo el derecho de seguirlo, pero la mayoría sentimos que esa ilusión de Petro se ha muerto.
Para los que aún conservaban algo de esa ilusión, el asunto de fondo es: ¿Cuáles son las capacidades mentales del presidente Petro hoy para gobernar? En ese circo del consejo de ministros, el presidente no pasó ese examen. Quedó en ridículo.
Es un hombre que no muestra la cabeza fría que se requiere en estos momentos, no solo dentro del país, sino en las relaciones internacionales. Comparemos dos intervenciones: la de tres horas de Petro, en un circo completamente desordenado, porque los circos tienen orden. Los circos reales necesitan que los payasos y magos ejecuten bien sus actuaciones. Comparemos esa intervención deshilvanada de una persona que ha perdido la capacidad de centrarse en los problemas, con la intervención de ocho o nueve minutos de la presidenta Sheinbaum de México, que también es de izquierda. Es una mujer con cabeza fría que entiende los riesgos de la relación con los Estados Unidos, que sabe liderar a su país. Hoy no tenemos un líder en la presidencia. Tenemos a un hombre que está derrumbado mientras el país se derrumba.
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