Hay que defender la democracia

Ayer, la Fiscalía de Colombia dejó en firme la imputación de cargos en contra del guardaespaldas del candidato presidencial Miguel Uribe, quien disparó contra el joven sicario, hiriéndolo en la pierna, durante el atentado sicarial contra su jefe.

Protección total para el joven asesino y su familia, y ataque frontal para aquellos que cumplen con las tareas asignadas. En este caso, el guardaespaldas estaba obligado a responder al ataque sicarial: ese es su trabajo.

Este parece ser el proceder permanente de este gobierno “progresista”, empeñado en acabar con la institucionalidad y, una vez lo logre, tener a los asesinos de los diversos grupos guerrilleros y bandas delincuenciales a su servicio, como sucedió en Venezuela con los famosos colectivos.

Eso explica que haya debilitado la capacidad de la fuerza pública con el retiro de más de 200 generales, a los que llamó a calificar servicios. Con decretos e instrucciones precisas, amarró a los generales activos para que no respondan a los ataques guerrilleros, e incluso frente a los mismos indígenas, que vienen a Bogotá pagados por el gobierno para destruir la infraestructura de transporte, intimidar a los organismos de control y a algunos medios de comunicación —como pasó con Revista Semana— y ensuciar con excrementos los parques de la ciudad, sin que ninguna autoridad pueda detenerlos.

Al igual que Hugo Chávez, quien cuando perdía una elección la repetía las veces que fuera necesario hasta ganarla, el presidente Petro se graduó de dictador al ordenar una consulta popular por decreto, después de que el Congreso se la negó recientemente.

Esa receta no es nueva: es la misma que formuló el Foro de São Paulo para implantar ese comunismo insulso e ineficiente en el continente, y que ya tiene tres países controlados: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Si Colombia no reacciona a tiempo, como lo hicieron Argentina, Perú y Ecuador, será el cuarto país en entrar en ese condenable círculo de naciones que entregaron su libertad a un dictador comunista.

La superación individual es el motor del desarrollo de las naciones. Tanto es así que el líder chino Deng Xiaoping, uno de los padres del comunismo moderno, decidió establecer una economía de mercado en su país cuando recibió de Mao una China quebrada por el enorme esfuerzo de exportar su revolución. Gracias a ello, hoy son la tienda del mundo.

La superación individual que tanto condenan estos gobiernos progresistas fue la base sobre la cual el líder chino fundamentó la transformación social. Hoy gozan de un nivel de vida envidiable y su economía es de las más sólidas del planeta.

Los progresistas son expertos en generar pobreza a sus ciudadanos y riquezas para sus arcas personales, pues se engullen, sin el más mínimo remordimiento, las fortunas que encuentran y que no son capaces de producir. María Gabriela Chávez, hija de Hugo Chávez, vive en Nueva York. Sus cuentas en Andorra, en bancos estadounidenses y en el Vaticano indican que sus 4.197 millones de dólares la convierten en la persona más rica de Venezuela, garantizándole la vida plácida, tranquila y lujosa que lleva lejos de su país. No se le conoce ningún emprendimiento que justifique su riqueza.

Todos sabemos lo que viene. Llegó la hora de defender nuestra democracia sin titubeos y llamando las cosas por su nombre. Si no reaccionamos, ya sabemos lo que nos espera.

No hay que hacer mucho esfuerzo para imaginar a los jefes de familia madrugando, libreta en mano, para recibir el kilo de lentejas en las tiendas oficiales, y luego haciendo otra fila gigantesca ante la oficina del Ministerio de Relaciones Exteriores a ver si está disponible el pasaporte que solicitaron un año atrás.

El “progresismo” es una especie de Rey Midas, pero al revés: todo lo bueno que tocan, lo destruyen.

Author

Jorge Barros

Periodista colombiano especializado en temas políticos y económicos. Escritor y director de la revista VISIÓN desde el año 2002.