Masoquismo colectivo
No se puede creer que el candidato comunista Iván Cepeda Castro del Pacto Histórico lidere las encuestas para las elecciones presidenciales del 2026. ¿Qué clase de pueblo somos? Me resisto a creerlo por todas las cosas que estamos padeciendo los colombianos en el gobierno Petro, tal vez el peor en la historia de nuestra vida republicana, del que Cepeda no solo es un aliado incondicional, sino que pretender darle continuidad, y tal vez con más rigor por su posición ortodoxa marxista leninista de estatizarlo todo. Petro finalmente es un anarquista, indisciplinado, que no sabe cómo ejecutar su ideología, que además tiene todos los defectos que no debe tener un líder. Cepeda no, Cepeda es todo lo contrario, por lo tanto, mucho más peligroso y letal.
Para no creer que el pueblo quiera que continue el desastre del servicio de salud, uno que a pesar de sus defectos funcionaba más o menos bien y estaba sujeto a mejorar. Que siga la descarada y vergonzante corrupción, que la violencia siga disparada a los niveles aterradores de los años 90, que los costos de la canasta familiar sean imposibles de cubrir, que los altos costos de los combustibles desbaraten cualquier presupuesto, que los alimentos se hayan incrementado en algunos casos hasta el 100%, al menos que exista una patología de tal magnitud que se pueda considerar como acto de masoquismo nacional.
No puede ser que a las gentes no les duela lo que están padeciendo, y que eso sea suficiente lección para no repetir el experimento marxista. Pareciera que esa mezcla peligrosa de fanatismo y odio los obnubile, y como dice Javier Milei los deje ver la realidad, les haga perder la razón y la sindéresis. Porque finalmente con el odio no se solucionan los grandes problemas que tiene el pueblo, sino que los acrecienta.
Tal vez ese 30 % que apoya a Petro y a Cepeda lo defina el sentimiento del odio, así eso signifique el hundimiento de la democracia, como lo hemos visto en el vecindario con Cuba y Venezuela. No creo que el pueblo colombiano quiera eso. Estamos viviendo casi en carne propia el desastre de nuestros hermanos venezolanos. Me resisto a creer que los colombianos por mucho odio que carguen quieran beber de ese trago tan amargo, al menos que haya una patología o un acto de masoquismo colectivo.
No se descarta que la tal encuesta Invamer haya sido manipulada y que finalmente sino lo fue, deja ver que esa población que apoya con fanatismo y rabia a Cepeda y Petro, seguramente no deberá crecer más de allí. Es imposible creer que las gentes quieran más de lo mismo, sin saber que ese apoyo no hace otra cosa que tejer la soga con las que serán finalmente ahorcados.