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Latinoamérica y la tradición caudillista en el Siglo XXI

Este artículo presenta, o intenta presentar, algunas claves de la política lationamericana para comprender dónde estamos. Primero que nada, destacar la tradición caudillista. Desde los tiempos de la post independencia y sus problemas para establecer un gobierno efectivo, la figura del caudillo llevó a una centralización de la autoridad y al desarrollo de un corporativismo que aún hoy en día arrastra muchos de esos rasgos.

En este sentido, Dieter Nohlen (1994) entiende que el gen autoritario se encuentra “concebido constitucionalmente en América Latina” producto de un objetivo inicial que consistía en fortalecer, temporalmente, en los textos constitucionales al Poder Ejecutivo para reducir así la influencia de otros poderes, es decir, el gen autoritario se hace presente en la región como un elemento constitucional transitorio y fundamental para transitar los primeros años de gobierno y conformación de la estatalidad.

La tragedia en América Latina radica en que “el gen del autoritarismo que posee el constitucionalismo, ha tomado más fuerza que el propio constitucionalismo”, es decir, tanto el autoritarismo institucional como la presencia de liderazgos fuertes y personalistas en el Ejecutivo se han convertido en las claves políticas para entender las particularidades regionales. El caudillo se convierte o reconvierte en ese líder mesiánico que aún hoy llenan nuestras páginas de historia.

La vocación caudillista latinoamericana es un sello indeleble en esta parte del continente. La política latinoamericana, históricamente, rebosa en ejemplos de tamaños homenajes: de estatuas a centros culturales, de provincias a universidades. Se impone la rendición del culto al líder. La encerrona del presidencialismo latinoamericano pareciera pivotear sobre una épica cuasi-religiosa, enalteciendo las virtudes del caudillo, hasta convertirlo en un semi-dios; olvidando su faceta humana, es decir, sus defectos. Las liturgias políticas llevadas a la calle con obediencia y fe. Porque la fe no se cuestiona. La verdad es una, no muchas.



“El caudillo se convierte o reconvierte en ese líder mesiánico que aún hoy llenan nuestras páginas de historia”

Dra. Constanza Mazzina

La política democrática supone implícitamente el consenso, el diálogo, no la imposición. No hay adoctrinamiento para la vida democrática, hay ejercicio de la libertad responsable. El consenso en América latina se logra por la fuerza, no es una construcción conjunta. Los ciudadanos aprendemos de lo que vemos: no sabemos ponernos de acuerdo, no sabemos dialogar con respeto. Las grietas aparecen y se ensanchan por aquí y por allá. En lugar de democracia de los acuerdos, de consensos, tenemos así una democracia que no acepta el disenso, que impone el silencio en lugar de la discusión de ideas.

Sin embargo, de la mano de la pandemia Covid, surgió un ciudadano (que siguiendo el signo de los tiempos vamos a llamar) “empoderado”. Un ciudadano que se encontró que la pantalla de su celular o tablet no solo servía para entretenimiento, sino para estudio, para trámites y también denunciar o evidenciar situaciones de abuso de poder de los gobiernos.

Desde Formosa en Argentina a Nicaragua, los celulares están transformando la política ciudadana, la cultura cívica de nuestras sociedades. Los ciudadanos latinoamericanos nos convertimos en ciudadanos exigentes. Ya no pasivos, ya no delegativos, sino involucrados en la inmediatez que el celular y las redes sociales ponen a nuestro alcance. Los ciudadanos latinoamericanos nos convertimos en ciudadanos exigentes.

Esto es un cambio positivo pero que, hasta ahora, la política, las elites políticas no han respondido, no han sabido o podido estar a la altura de las circunstancias. Pareciera que el ciudadano cambia, que la sociedad civil se fortalece, pero la política sigue respondiendo con los cánones propios del siglo XIX y el siglo XX, con líderes que llenan páginas de discursos, pero no dan respuesta. La política del atril o de la plaza no es la política que exige (y necesita) el ciudadano post covid. Este dislate, esta desconexión, necesita respuesta.

Fuente Imagen: https://lobosmag.com/uploads/covers/1499911633.jpg

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Autor

Dra. Constanza Mazzina

Doctora en Ciencias Políticas (Universidad Católica Argentina), realizó una maestría en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE) y se graduó en la Universidad del Salvador en Relaciones Internacionales.